viernes, 21 de octubre de 2022

El plagio como una de las bellas artes

Terminé de  leer el libro "El Plagio como una de  las bellas artes", de Manuel Francisco Reina. El título del libro parafrasea a Thomas de Quincey, quien tiene un libro titulado "Del asesinato como una de las bellas artes". Y sobre dicho libro cita esta frase: "si uno comienza por permitirse un crimen, pronto no le dará importancia a robar".


El libro transcribe y cita casi toda la normatividad española y europea sobre propiedad intelectual y derechos de autor, enfatizando en las tres dimensiones: el sujeto (autor), el objeto (la obra) y los derechos de propiedad (morales y patrimoniales) que se derivan del objeto. Además habla de  los delitos relacionados, como el plagio, que tiene una definición precisa en la ley, pero que depende de la difusa y subjetiva interpretación de un juez.

En eso de la definición de plagio el autor plantea tres grandes caminos: Primero la intertextualidad (imitatio, mímesis, palimpsesto), como un recurso creativo, evolutivo y de conservación del acervo cultural,  que no debería considerarse como un falta ética o legal si se respeta el derecho y deber de citar a las obras y autores anteriores.

Segundo el plagio, que es un delito grave y complejo de probar y que consiste en arrogarse la autoría de otros, con dolo o por negligencia. Y tercero la esclavitud intelectual, que es cuando un tercero muy creativo acepta o se ve obligado a vender o ceder su trabajo, para que otros pasen por sus autores, lo cual es aún más grave que el plagio.

Estas tres definiciones se enriquecen cuando el autor cita la etimología del verbo plagiar:

"Entre los antiguos romanos, comprar a un hombre libre sabiendo que lo era y retenerlo en servidumbre".

"Entre los antiguos romanos, utilizar un siervo ajeno como si fuera propio".

"En la cultura latinoamericana, secuestrar a alguien para obtener rescate por su libertad".

Siguiendo esta etimología, la intertextualidad se sale de la definición de plagio y quedan las otras dos definiciones como una falta ética y legal gravísima, que se parece a secuestrar y esclavizar. De ahí el recurso del autor en el título del libro y su cita inicial sobre el asesinato:

"Si uno comienza por permitirse un crimen, pronto no le dará importancia a robar"... parafraseando, "Si uno comienza por permitirse un plagio, pronto no le dará importancia a nada"

De esta manera el autor plantea como tesis en el resto del libro que la intertextualidad o apropiación intelectual es una parte inmanente de cualquier producción humana, desde los inicios de la tradición oral, escrita, artística y hasta tecnológica. Y que se diferencia del plagio y la esclavitud intelectual, que son desviaciones extremas y perversas de dicha licencia creativa.

Y para respaldar ese tesis muestra ejemplos desde los griegos, con Homero y Hesíodo y luego hace un recorrido por la historia de la literatura: Cervantes, Dante Alighieri y Shakespeare, García Lorca, Camilo José Cela, Borges y recientemente J.K. Rowling y su famosa obra Harry Potter. Estos y muchos otros más autores tienen en sus obras indicios de similitud con obras escritas previamente, así como de tradiciones orales anónimas muy antiguas.

Es así como aparecen los lugares comunes de la mitología, la religión y la historia de la humanidad, que se pueden apreciar en poemas, obras literarias, música, cine y cualquier otro tipo de manifestación cultural a través del tiempo. El autor argumenta que "los temas, motivos, fuentes y argumentos", de los cuales se derivan las obras, se apropian todo el tiempo y son el origen de inspiración y creación.

Debido a que "los temas, motivos, fuentes y argumentos" están en el plano de las ideas, no es posible protegerlos legalmente, porque la protección aplica solo a la obra, a la materialización física de la idea abstracta. Se puede proteger el texto, pero no lo que dice y eso que dice se podría volver a escribir de otra forma, sin que sea plagio. Esto genera la paradoja de obras que plagian y resultan mejores que la obra original.

De ahí que resulte tan complejo cualquier denuncia de plagio. Además, dichas denuncias pueden estar mezcladas con  "matices [...] de vanidad, enemistades políticas o intelectuales, intentos de desprestigio e intereses económicos, lícitos o no y un largo etcétera", los cuales ponen en duda a quien denuncia, al denunciado y a los jueces, que jamás serán imparciales.

Y estas situaciones y complejidades se hacen más difíciles de manejar en estos tiempos digitales,  porque las TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) facilitan la masificación y acceso a las obras, sin ningún control, dejando todo en manos del talante ético de las personas, que por estos tiempos está en entredicho.

El  autor no se detiene en el tema ético, afirma que "no pretende hacer sangre contra nadie, sino dilucidar y servir de debate sobre el tema", porque, como dice la escritura bíblica "no hay nada nuevo bajo el sol" (en latín "nihil novum subsolem"). Esta postura es apropiada desde una perspectiva artística y creativa, pero siempre requiere que se respete a los autores y obras anteriores, ejerciendo el deber de citar.

Finalmente, la intertextualidad no es plagio, porque está en el plano de las ideas. Hay plagio cuando se copia y se pega sin citar al autor o cuando se usurpan las ideas de otros con formas diferentes, sin reconocer o respetar a los otros como los primeros que lo pensaron y lo hicieron.

Por ejemplo, esta entrada podría convertirse en un fragmento de un artículo o un libro escrito por otra persona, quien sin pudor lo puede copiar y pegar sin citarlo, cometiendo plagio. En cambio, una persona respetuosa de la propiedad intelectual y de las normas podría volver a escribir estas ideas y llegar a obtener premios, reconocimiento, fama y hasta poder y riquezas.

Pero si no se cita al autor y su obra principal y primigenia, además de un delito y una falta ética, esos premios, reconocimiento, fama, poder y riquezas pierden cualquier valor y son simplemente cosas robadas. Hay que legitimar ese valor citando al autor original quien se merece el reconocimiento en la sección de referencias. Y claro, la obra siempre debe ser original, porque si se suplanta al autor, se cae en una especie de esclavismo intelectual.

Para cerrar, la complejidad del plagio se reduce cuando hay una cultura libre, que consiste en respetar a los autores y sus obras citándolos, pero explotando al máximo ese recurso creativo que es la intertextualidad, el cual permite crear, re-crear y  co-crear, al tiempo que se respeta, conserva y evoluciona la producción intelectual de la humanidad...

Publicado originalmente en Synentropya https://synentropya.blogspot.com/2022/10/el-plagio-como-una-de-las-bellas-artes.html

ConTICtualizando, el mundo digital ubica al plagio como uno de los grandes riesgos y desafíos en todas las dimensiones creativas de la humanidad y en todos los ámbitos, contextos y niveles. Al mismo tiempo, las TIC ofrecen herramientas que minimizan ese riesgo y amplían el espectro de posibilidades creativas. La solución no es legal sino educativa, cultural y ética. Se trata de sembrar una cultura de respeto por los autores, citar sus obras y citarlos como autores de esas obras, en lugar de la mala práctica de copiar y pegar y de borrar a los autores del mapa, de asesinar o secuestrar a los autores...

Aquí cito algunos apoyos que pueden ser de utilidad en ese camino de educar: