martes, 31 de enero de 2023

Cartas a quien pretende enseñar - Paulo Freire - Parte I

Hace 2 años, en 2021, se conmemoró el centenario del nacimiento de Paulo Freire, en virtud del impacto de su pensamiento y obra en la educación y la sociedad, que perdura después de más de 25 años de su muerte. Son muchos los textos y aportes de este gran maestro brasilero, entre los cuales me gusta mucho el libro Cartas a quien pretende enseñar, una colección de 10 cartas con propuestas y experiencias para asumir y cuestionar el rol del maestro con la pasión y rigurosidad que la sociedad necesita.

De manera general extraigo cinco grandes ideas que son comunes a todas la cartas:

  1. La educación es un acto político, colectivo y tiene un papel fundamental en la sociedad.
  2. El maestro tiene una responsabilidad ética y política, lo cual le implica un profesionalismo en todos los aspectos: físico, emocional e intelectual, siempre en función del contexto social y de sus estudiantes.
  3. La educación, el enseñar y aprender, como procesos sociales, no son separables y no involucran a un solo individuo ni tampoco a un par de individuos desconectados y lejanos, sino que involucra a un colectivo de personas que deben construir la sociedad juntas.
  4. La educación es un todo complejo y en desarrollo, en evolución permanente y no se puede caer en la simplificación, en la dicotomía enseñar y aprender, leer y escribir, teoría y práctica, maestro y estudiante, aprobado y reprobado... Es un no rotundo a la educación como mera burocracia.
  5. Son principios o valores clave de la educación la libertad, igualdad y diversidad, comunicación y colaboración.

Como siempre suelo hacerlo, escribiré algunas notas sobre la lectura de este libro, sin pretender hacer una reseña, sino como ese ejercicio de observar, leer, pensar, repensar, escribir, reescribir y releer, como el mismo Paulo Freire lo sugiere. Dividiré las notas en dos partes I y II.

Primeras Palabras: Maestra-Tía, la trampa

Comienza orientando la lectura del libro, afirmando que no se puede separar el acto de escribir y leer como actos mecánicos, repetitivos, burocráticos. En su lugar, hay que reconocer y vivir las relaciones y la solidaridad inseparable entre "pensar, hacer, escribir, leer, pensamiento, lenguaje y realidad". Por eso sugiere dividir el título original del libro (del portugués) en tres partes: i) "maestra sí", ii)"tía no", iii) "cartas a quien pretende enseñar.

Las dos primeras ideas reconocen la educación como acto político y al maestro como un militante político. Se identifica una trampa ideológica al usar la expresión "tía"  en lugar de maestra, en el contexto de Brasil. Si uno busca los diferentes significados de "tío/tía", hay una acepción coloquial que dice "Persona cuyo nombre y condición se ignoran o no se quieren decir", por lo que uno podría interpretar que la intención real de llamar "tío/tía" a alguien es ignorarlo, despreciarlo, minimizarlo. Y eso es justo lo que sugiere Freire e insiste en que debe cambiarse.

Freire hace la comparación entre el parentesco (tío/tía) y la profesión (maestro/maestra). Y enfatiza que "la tarea del docente, que también es aprendiz, es placentera y a la vez exigente. Exige seriedad, preparación científica, preparación física, emocional, afectiva...". Insiste en que "es preciso atreverse, aprender a atreverse, para decir no a la burocratización de la mente" y que no se puede convertir "la tarea de enseñar en un quehacer de seres pacientes, dóciles, acomodados...", porque la tarea de enseñar "es una tarea profesional que exige amorosidad, creatividad, competencia científica..." y la capacidad de luchar con rebeldía por la libertad y el cambio en unidad con todos lo compañeros maestros.

Por eso escribe estas cartas, para propiciar un diálogo, una conversación entre maestros que mantienen viva "la pasión por el saber" y que se comprometen con su profesión por gusto, con coraje y valentía, con rigurosidad y con amor.

Primera Carta: Enseñar-Aprender, Lectura del mundo - lectura de la palabra

Esta primera carta fija la teoría educativa sobre la cual descansa el resto del libro: entender la educación como un acto político complejo, donde hay unas relaciones dialécticas entre enseñar y aprender, leer y escribir, práctica y teoría, palabra y realidad... "El enseñar no existe sin aprender", por eso se requiere humildad por parte del maestro, quien debe reconocer que al enseñar sigue aprendiendo, en lugar de ser "un burócrata de la mente":

"El aprendizaje del educador, al enseñar, no se da necesariamente a través de la rectificación de los errores que comete el aprendiz. El aprendizaje del educador al educar se verifica en la medida en que este, humilde y abierto, se encuentre permanentemente disponible para repensar lo pensado, para revisar sus posiciones".

Por lo anterior, el maestro debe prepararse para ejercer su labor de enseñar y esto le implica estudiar de manera crítica el mundo, que no es otra cosa que observar y leer el mundo y la palabra, de ahí el título de la carta. Y entonces aparece de nuevo la relación dialéctica, porque no se pueden separar el pensar, leer, escribir, la palabra y la realidad, enseñar y aprender.

Freire cierra su carta con una recomendación que me encanta, porque la sigo desde antes de conocer el libro:

"Pensando en la relación de intimidad entre pensar, leer y escribir, y en la necesidad que tenemos de vivir intensamente esa relación, yo sugeriría a quien pretenda experimentarla rigurosamente que se entregue a la tarea de escribir algo por lo menos tres veces por semana..."

Me atrevo a decir, para resumir esta carta, que profesores y estudiantes estamos llamados a trabajar en unidad por la transformación permanente de la sociedad. Esa transformación involucra una transformación individual, lo cual nos exige que, en todo momento, observemos con curiosidad el mundo, el contexto, que pensemos críticamente, que leamos y escribamos y es por ese camino que aprendemos y enseñamos...

Segunda Carta: No permita que el miedo a la dificultad lo paralice

Después de haber hecho el llamado a la acción para leer y escribir, como parte del ejercicio de estudiar  permanentemente para ser un buen maestro, Freire plantea en esta segunda carta el problema del miedo: miedo a leer, miedo a escribir, miedo a pensar, miedo a enseñar...

Hay miedo hacia algo porque hay dificultad en ese algo y un sentimiento de inseguridad de la persona respecto a sus capacidades. Dice Freire: "falta de fuerza física, falta de equilibrio emocional, falta de competencia científica, ya sea real o imaginaria del sujeto".

Ante ese miedo es necesario actuar, en lugar de paralizarse. Primero es necesario tener claridad sobre las causas del miedo, sobre la verdadera dificultad del asunto, sobre las verdaderas capacidades que tenemos para enfrentar ese asunto y sobre las causas de nuestra inseguridad. Lo segundo es determinar si podemos hacer un esfuerzo justo para enfrentar y avanzar o debemos postergar un poco y trabajar en fortalecernos.

En varias partes del libro se repite un ejemplo en torno al acto de leer un texto: puede aparecer una palabra o expresión difícil de comprender, lo que nos genera miedo y a veces nos conduce a abandonar la lectura. Un esfuerzo para superarlo es el uso de diccionarios, enciclopedias y otras fuentes, para aclarar el significado real de esas palabras o expresiones. Otro esfuerzo es leer varias veces, releer, volver a leer y pensar críticamente. Uno jamás debería avanzar de página si no ha logrado una total comprensión de lo escrito, si no ha logrado descubrir el verdadero mensaje e intención del autor del texto.

Puesto que el contexto de Freire es la escuela y los niños, por ser la base de la sociedad y su trasformación, las cartas enfatizan la importancia de una buena educación en lectura y escritura. La educación no puede limitarse a:

"una lectura bancaria, en la que el lector come el contenido del texto del autor con la ayuda del maestro nutricionista".

En lugar de eso debe promoverse un ejercicio de lectura crítica, que involucre el contexto real, la práctica cotidiana y un ejercicio ecléctico, dialéctico y sinérgico donde, como en la primera carta, se lea y escriban el mundo y la palabra.

Extrapolando a la educación superior, países como Colombia tienen serias dificultades en lectura y escritura, que se hacen evidentes en los resultados de las pruebas SABER 11 y SABER PRO. En la Universidad muchos se quejan y critican esta situación, pero descargan toda la responsabilidad en el estudiante y el sistema educativo que los formó en un pasado que no se puede regresar ni corregir. En ese sentido, la Universidad se paraliza por el miedo a enseñar a leer tardíamente.

Ese es un desafío que debemos enfrentar en educación superior, cultivar la pasión por el saber, por leer y escribir. Parafraseando a Freire: experimentar la solidaridad entre esos diversos momentos (pensar, hacer, leer, escribir, pensamiento, lenguaje y realidad) y la total imposibilidad de separarlos, de dicotomizarlos...

Tercera Carta: Vine a hacer el curso de magisterio porque no tuve otra posibilidad

El título de esta carta sugiere situaciones que la carta misma no explicita, pero que pienso y escribo en este momento: hay personas que pensaron, soñaron, decidieron, buscaron y trabajaron por alcanzar la dignidad de maestros y aman serlo. En cambio, hay otras que llegaron por accidente y entre ellas hay algunas personas que lo asumieron con profesionalismo y otros que simplemente usan esa dignidad pero le hacen daño al sistema educativo. Dice Freire:

"...La práctica educativa es algo muy serio. Tratamos con gente, con niños, adolescentes o adultos. Participamos en su formación. Los ayudamos o perjudicamos en esa búsqueda. Estamos intrínsecamente conectados con ellos en su proceso de conocimiento. Podemos contribuir a su fracaso con nuestra incompetencia, mala preparación o irresponsabilidad..."

Algunos podrán negar la relevancia de la educación y del maestro, pero no hay duda alguna de que la sociedad y su transformación y desarrollo dependen en gran medida de una buena educación y buenos maestros. Al respecto dice esta carta:

"Es evidente que reconocer la importancia de nuestra tarea no significa pensar que es la más importante de todas. significa reconocer que es fundamental."

Ese reconocimiento es necesario para mejorar los salarios, el reconocimiento en la sociedad y sobre todo para que los mismos estudiantes asuman con pasión su aprendizaje, en lugar de la simple búsqueda burocrática de un título. Hay que devolverle la dignidad a la educación, al maestro y al mismo estudiante, regresar a la importancia de la búsqueda por el conocimiento. Cuando los políticos repiten el estribillo trillado de que la educación es la clave para mejorar el país, conviene recordar de nuevo a Freire cuando dice:

"Es evidente que los problemas relacionados con la educación no son solamente pedagógicos. Son políticos y éticos, como cualquier problema financiero."

En resumen, quien no se apasione como maestro, por lo menos que se esfuerce por ejercer la profesión como la sociedad lo requiere. Ante la falta de amorosidad, por lo menos que haya responsabilidad.

Cuarta Carta: De las cualidades indispensables para el mejor desempeño de las maestras y los maestros progresistas

Esta cuarta carta es mi favorita y fue la que me condujo a leer el libro completo. Freire comienza aclarando que esas cualidades no son una lista exhaustiva y única y que tampoco son cualidades innatas, sino que se consiguen y cultivan con la práctica. A continuación un top 10, aunque podrían enunciarse muchas más:

1) Humildad

Ser humilde no significa minimizarse, ser cobarde y servil, hacer caso, obedecer al poder y statu quo. La humildad implica valentía (cualidad 3), seguridad (cualidad 6), respeto hacia nosotros y lo demás. La humildad implica reconocer que "nadie lo sabe todo, nadie lo ignora todo, todos sabemos algo y todos ignoramos algo". Nadie se salva solo, oí en una película argentina sobre un profesor, titulada El Suplente.

La humildad es necesaria para no asumir una postura autoritaria y arrogante, pero tampoco una postura condescendiente y permisiva. Son dos extremos que no ayudan a una buena educación y que tampoco transforman la sociedad.

"Si siendo humilde no me minimizo ni acepto que me humillen [y tampoco minimizo ni humillo a los demás], estoy siempre abierto a aprender y a enseñar..."

2) Amosoridad

La educación y la tarea del maestro demandan reconocernos humanos, de allí la humildad como primera cualidad. Pero se trata de un "amor armado", no un amor ciego, ignorante y pasivo sino un amor observador, con pleno conocimiento , crítico y beligerante, que exige sus derechos, anuncia, denuncia y lucha. A veces se confunde la humildad y la amorosidad con resignarse y dejar las cosas como están, pero eso es equivocado, por lo cual hay que recurrir a la siguiente cualidad.

3) Valentía

La valentía de ser humildes y amorosos nos regresa a la segunda carta sobre el miedo. Hay quienes confunden ser humilde y amoroso con quedarse callado, con paralizarnos por el miedo de denunciar, proponer y actuar para transformar las situaciones y alcanzar nuestros sueños, "sueños sustantivamente politicos y adjetivamente pedagógicos". Se requiere conocimiento sobre y confianza en nosotros mismos, conocimiento y valor sobre las dificultades y el miedo que nos causan. La valentía se trata de conocer y actuar, de no paralizarse y actuar con humildad y amor.

4) Tolerancia

Esta cualidad fue la que me trajo a esta carta y este libro, porque al hablar de tolerancia aparece una palabra nueva para mí, que me gustó muchísimo, la palabra connivencia, que es sinónimo de complicidad y confabulación, de convivencia con el mal:

"Ser tolerante no significa ponerse en connivencia con lo intolerable, no es encubrir lo intolerable... es como si ser tolerante fuese una forma cortés, delicada [de aceptar lo que no es aceptable]. Una manera civilizada de consentir algo que me repugna. Eso es hipocresía, no tolerancia. Y la hipocresía es un defecto, un desvalor. La tolerancia es una virtud..."

La tolerancia implica responsabilidad y respeto mutuos, reconocer unos principios, valores y normas mínimas que son acordadas en conjunto por las personas con el objetivo de convivir. Si esos principios, valores y normas se transgreden, no es algo tolerable, porque se cae en la connivencia, que es completamente contraria al objetivo inicial de convivir. Así que se requieren unos acuerdos, respeto, disciplina y ética, en lugar del autoritarismo que todo lo impone o impide o la anarquía que todo lo permite.

5) Decisión

Hay un grupo de cinco cualidades que Freire agrupa o relaciona. La primera es la decisión, una competencia clave del maestro. No es algo sencillo, es muy difícil tomar decisiones, porque decidir implica siempre oponer una cosa respecto de la otra y a veces un persona contra otra. Evaluar, por ejemplo, implica decidir.

Decidir implica ser competente, pero también amoroso. No se puede ser arbitrario ni autoritario, sino que se decide a partir de los hechos, el conocimiento y las normas que nos rigen. Tampoco se puede caer en el extremo de la indecisión, porque eso es debilidad y se pierde el respeto de lo estudiantes, además de que les trasmite inseguridad, lo que da paso a la siguiente cualidad.

6) Seguridad

El maestro debe ser competente en lo científico y político y debe tener integridad ética. Es esto lo que le da la seguridad al maestro y le permite la valentía, sin dejar a un lado la humildad, la amorosidad y la tolerancia. Cuando no soy competente no soy seguro y caigo en la arrogancia y el autoritarismo, imponiéndome como superior ante los estudiantes. En el otro extremo, cuando no soy competente, la inseguridad me conduce a la cobardía y termino abandonando a los estudiantes a su suerte.

7) Tensión Paciencia / Impaciencia

Si aceptamos la difícil tarea de ser maestro y la complejidad de la educación como un acto político que transforma individuos y la sociedad, entonces comprendemos que vivimos una tensión permanente entre el saber y la ignorancia, el respeto y el irrespeto, la acción acelerada y la parálisis total, la teoría y la práctica, la justicia y la injusticia... Esas tensiones nos afectan emocionalmente y debemos manejarlas, lo que implica un equilibrio entre ser pacientes e impacientes:

"...La paciencia aislada tiende a obstaculizar la consecución de los objetivos de la práctica haciéndola tierna, blanda e inoperante. En la impaciencia aislada, amenazamos el éxito de la práctica que se pierde en la arrogancia de quien se juzga dueño de la historia. La paciencia sola se agota en el puro blabla; la impaciencia a solas, en el activismo irresponsable..."

8) Parsimonia Verbal

Es necesario separar el sentimiento del discurso, de manera que la cualidad anterior implica esta otra cualidad para revelar en la práctica ese equilibrio entre las dos tensiones de paciencia e impaciencia:

"Quien vive con preponderancia la paciencia, apenas ahoga su legítima rabia, que expresa en un discurso flojo y acomodado. Quien por el contrario es sólo impaciencia tiende a la exacerbación en su discurso"

9) Alegría de Vivir

Son inútiles todas las cualidades anteriores o cualquier otra que se pueda sugerir si no hay alegría en nuestra vida. Como maestros debemos darnos totalmente a la vida, luchando, ejerciendo la libertad de vivir y transformar nuestra vida. La alegría de vivir es eso, jamás renunciar a tener sueños y a trabajar por conseguirlos.

10) Unidad en la Diversidad

Se cierra esta carta y la lista de cualidades con la aceptación del conflicto permanente:

"...No hay vida ni existencia humana sin pelea ni conflicto. El conflicto hace nacer nuestra conciencia. Negarlo es desconocer los mínimos pormenores de la experiencia vital y social. Huir de él es ayudar a la preservación del statu quo. Por eso no veo otra salida que no se la de la unidad en la diversidad de intereses no antagónicos de los educadores y las educadoras en defensa de sus derechos..."

Y entonces debemos trabajar y luchar juntos, manejar los conflictos, en lugar de ocultarlos o evitarlos:

"A veces es preciso que luchemos junto al sindicato y a veces contra él si su dirigencia es sectaria, de derecha o de izquierda. Pero a veces también es preciso que luchemos como administración progresista contra las rabias endemoniadas de los retrógrados, de los tradicionalistas -entre los cuales algunos se juzgan progresistas- y de los neoliberales para quienes la historia terminó en ellos."


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