martes, 23 de enero de 2018

El ordenador administrativo - Leyendo a Nicholas Carr VIII

El sexto capítulo de Atrapados de Nicholas Carr se titula El Ordenador Administrativo y principalmente plantea dos ideas relacionadas con la productividad de las TIC y la ética:

TIC y productividad (individuos y organizaciones)


En una entranda anterior se había mencionado el fenómeno contradictorio de los computadores conocido como Paradoja de la Productividad. Es un fenómeno que no sólo aplica al nivel amplio de la economía y las organizaciones sino también al individuo, al ser humano. Por ejemplo, un artículo reciente titula y explica que "los teléfonos inteligentes (smartphone) nos están haciendo estúpidos, antisociales y enfermos". El artículo muestra una caricatura de 1907 donde se hacía una crítica al telégrafo (que era la tecnología de moda en esa época) y explica detalládamente las distracciones que generan la TIC modernas, la reducción en la productividad individual y sus consecuencias en la salod mental, física y social de las personas.

Fuente https://beta.images.theglobeandmail.com/1fb/news/national/article37511448.ece/BINARY/w780/punch-cartoon.jpg

Además de éste tipo de artículos de opinión, que argumentan y defienden la tesis de que las TIC son peligrosas para la sociedad y que es fundamental mantener la vigilancia y el debate al respecto, también hay artículos con evidencia científica, como por ejemplo la reducción de productividad individual debido al uso del correo electrónico y su repercución en la productividad de las organizaciones. La lectura crítica de este tipo de documentos deja como enseñanza la importancia de estudiar los efectos de las TIC en los individuos. Son los individuos quienes se agrupan para conformar equipos de trabajo, grandes empresas y organizaciones, movimientos políticos que gobiernan y, en general, se agrupan conformando la sociedad, una sociedad que de manera conjunta se autoregula y define su futuro, para progresar o para extinguirse. 

Carr explica muy bien ésta situación en su sexto capítulo: Primero explica que "la automatización cambia el comportamiento de las personas y la forma de realizar el trabajo de maneras virtualmente imposibles de predecir, y que pueden ir directamenten contra de las expectativas" y más adelante cita un libro antiguo de 1958 para afirmar que "cuánto más automática es la máquina, menos tiene que hacer el operador". Además, previamente ya había afirmado que el humano tiende a volverse perezoso con las TIC y que esa situación, entre muchas otras, originan que los humanos pierdan habilidades fundamentales.

Carr refuerza sus argumentos presentando evidencias desde los inicios de la primera revolución industrial hasta nuestros tiempos. Sus críticas no son un tema de moda, son un tema de siempre, son una lucha permanente para lograr un equilibrio entre la humanidad y el progreso que trae la automatización. No se trata de impedir ese progreso sino de evitar que perdamos la esencia humana que es lo que realmente genera el progreso, pues se genera el mito de que son las TIC lo que causa el progreso y se ignora a los humanos capaces de crear y usar TIC, se olvidan las capacidades y prácticas de los individuos. Carr cita a Adam Smith quien planteó que la degradación de las habilidades humanas eran una consecuencia desafortunada de la mejora en la productividad y eficiencia que trae la automatización: "El hombre que pasa su vida entera realizando algunas operaciones simples, de las cuales los efectos son también, quizá, siempre los mismos, o muy parecidos, no tiene ocasión de ejercitar su entendimiento o su inventiva para encontrar remedios a las dificultades... Naturalmente pierde el hábito y se vuelve tan estúpido e ignorante como le sea posible a una criatura humana...".

Carr concluye su capitulo planteando que la Inteligencia Artificial, como cúspide actual de la automatización, es "eminentemente práctica y productiva" pero "absolútamente carente de curiosidad, imaginación y sentido real del mundo", básicamente las TIC no son lo que más importa, pero es allí donde estamos, desafortunádamente, centrando la atención y eso los lleva, necesariamente, al plano de la ética.

Ética y las TIC


En el capítulo sexto, El Ordenador Administrativo, de Atrapados de Nicholas Carr, se narra la historia del ciclo de vida de las TIC en las organizaciones. Carr plantea el ejemplo de un informe del año 2005 por parte de RAND (Research ANd Development), una corporación estadounidense. El informe proponía "ahorrar un estimado de 81 mil millones de dólares anuales y mejorar la calidad de los servicios médicos" al automatizar los procesos e información del sistema de salud (médicos, hospitales, pacientes, historias clínicas, etc). Posteriormente, la misma corporación, en el año 2013, generó un nuevo informe donde afirmaba que "aunque el uso de TIC en salud ha aumentado[...] la calidad y eficiencia de la atención al paciente  han mejorado sólo marginalmente [...] y lo que es peor, el gasto ha crecido y hay serios problemas de interoperabilidad".
 
Carr concluye al final de su narración: "...cuando los imperfectos sistemas de hoy sean remplazados o actualizados en el futuro para arreglar sus problemas de interoperabilidad y otras deficiencias, las empresas de TIC cosecharán nuevas ganancias". Y después agrega "...la prisa por instalar sistemas informáticos nuevos y no probados, especialmente si está motivada por fantásticas reclamaciones de compañías y analistas tecnológicos, casi siempre produce notables decepciones a sus consumidores y grandes beneficios los vendedores". Es una típica paradoja de la productividad de las TIC, promesas de consultores expertos que nunca se cumplen, aumentan los costos en TIC y el caos de las organizaciones.
 
Pero ese es el ciclo de vida de las TIC: grandes inversiones, decepciones (y desastres) y de nuevo grandes inversiones, pero nunca se logra un nivel de productividad aceptable. Aunque hay excepciones y allí es donde reside la cuestión ética, pues existen muchas iniciativas en TIC que prometen más de lo que puede cumplirse y también otras iniciativas en las que se hace menos de lo mínimo viable. Cuestión de elemental ética profesional, donde uno esperaría proyectos exitosos con inversiones justas e impactos relevantes al incorporar TIC apropiadamente.
 
Ésta cuestión de la ética en el mercado de las TIC es más compleja en el sector público, por cuanto es dinero de todos, dinero del pueblo (sin involucrar el ideario socialista). Carr lo presenta muy bien cuando dice: "...pero el daño, en forma de dinero público malgastado e instalaciones de software impropias, estaba hecho". Y hay que profundizar un poco más en la ética de las TIC en el sector público. Puesto que las TIC se convierten en la fuente primaria de información, una fuente omnipresente, todopoderosa e irrefutable, resulta muy peligroso cuando las intenciones políticas se involucran en el diseño e implementación de las TIC y en los detalles de la generación de indicadores e información básica para la toma de deciciones de gobierno. Carr cita un artículo antiguo pero valioso del año 1976, en el que Donald Campbell afirma "...cuanto más se usa un indicador social cuantitativo para la toma de decisiones sociales, más sujeto estará a presiones corruptas y más apto será para distorsionar y corromper los procesos sociales que está llamado a monitorizar".
 
En la actualidad, con la moda del Big Data, Carr plantea que se corre riesgos por la complacencia (en) y sesgo de la automatización. Aunque sea evidente que los datos, información y conocimiento de la Inteligencia Artificial tengan fallas, creeremos ciegamente y, lo peor, dejaremos de creer en la realidad porque nuestras pantallas de computador y móvil dicen algo diferente. Es tan grande el poder de las TIC que lo virtual termina por ocultar lo real. Por ejemplo, cada día es más importante documentarse, ser crítico e investigar temas como las noticias falsas, la seguridad de la información (o inseguridad de la desinformación) y en general, la ciberpolítica.
Carr concluye diciendo: "Si acabamos considerando suficientes los cálculos automatizados de probabilidad para nuestros propósitos profesionales y sociales, corremos el riesgo de perder, o al menos debilitar, nuestro deseo y motivación de buscar explicaciones, de aventurarnos por los caminos tortuosos que conducen a la sabiduría y el asombro. ¿Para qué molestarse, si un ordenador puede escupir la respuesta en un milesegundo o dos?".

ConTICtualizando, hay una frontera muy delgada entre las ventajas y desventajas de las TIC para los humanos y la sociedad. Esa frontera puede ser aprovechada por intereses no éticos del mercado TIC o de políticos corruptos, por lo que debemos tomar partido y procurar que las TIC potencien las habilidades humanas y generen productividad y bienestar.

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